Hoy traigo una de las leyendas que, vaya, todo el mundo sabe. O al menos eso me ha parecido, porque me ha resultado complicado encontrar esta historia en un foro en el que no mencionasen que es falsa, un mito o una leyenda urbana. La historia va de submarinistas e incendios.
Bueno, lo dicho. Ha sido complicado encontrar a alguien que contase esta historia y la diese por buena, porque es un estándar de leyenda urbana ultrasobada.
Pero el esfuerzo tiene su recompensa, y en un foro, Superbastardo.com (http://www.superbastardo.com/node/view/32183 ) he obtenido mi historia sin contaminaciones.
En un pequeño pueblo de California, se declaró el pasado verano un incendio forestal de ciertas proporciones, que amenazaba con destruir todos los recursos naturales de la zona.
Para evitar tamaño desastre ecológico, se movilizaron todos los medios técnicos y efectivos humanos disponibles para situaciones de emergencia, empleando en las labores de extinción a más de cien voluntarios residentes en la zona, cuarenta bomberos profesionales, ocho motobombas, cinco helicópteros y un gran hidroavión.
Se emplearon cuatro días en controlar el incendio, y dos más en sofocarlo completamente, tras los cuales un equipo de técnicos se desplazó al lugar con el objetivo de evaluar los daños para declarar zona catastrófica a la comarca y recibir ayudas gubernamentales para su recuperación. Hasta ahí todo normal, pero la sorpresa de los técnicos fue mayúscula cuando, al llegar al paraje conocido como la Tranca del Lobo, uno de los de más difícil acceso, encontraron el cadáver de un buzo chamuscado y completamente equipado para la práctica de su deporte.
Nadie podía dar crédito a lo que veían sus ojos, ya que la playa más cercana está a más de doscientos kilómetros, y la única explicación plausible que se les ocurrió fue que el hidroavión, al acudir al mar a llenar sus depósitos de agua para luego vaciarlos encima del incendio, absorbiera en la maniobra a un incauto submarinista que se encontraba practicando pesca submarina a escasa profundidad. El caso nunca llegó a aclararse completamente.
Cabe echarle la culpa de la dificultad de encontrar estas burradas a Wikipedia, donde hay algunas de ellas recogidas. Y claro, una vez aparecen allí, Internet va disolviendo el encanto que tienen. Esta, en concreto, está incluso en español. De hecho, achacan el origen de la leyenda a un anuncio colocado a principios de los ochenta en el Centro Excursionista de Gràcia, en Barcelona, pero no aportan prueba alguna. En Estados Unidos lleva desde el 87.
Los helicópteros llevan una especie de bolsa llamada “bambi bucket” (ver foto y carecen de una apertura suficiente para que pase una persona, y los hidroaviones cuentan con una reja que impide que hombres, morsas, boyas o troncos, por citar algunas cosas flotantes, se cuelen en el depósito. Hay otros helicópteros especiales que cuentan con una manguera específica que tampoco pueden tragarse a nadie.
Lo más parecido que ha pasado fue una ocasión en la que un nadador se llevó algún golpe porque estaba cerca cuando uno de los aviones amerizaba. Un moratón y ya está.
Con todo, esta leyenda ha tenido una especial repercusión en España por culpa de una película de Pere Portabella llamada “El puente de Varsovia” en la que se cuenta la historia. En el 99, como también hemos contado que había sucedido en alguna otra ocasión, un episodio de CSI “Scuba Doobie Doo” (temporada 2, episodio 5), contó también la leyenda. No lo he visto pero me puedo imaginar el careto de Grissom. Sea como fuere, en el episodio no dan la leyenda por buena, sino que es un improbable – y fallido, claro- intento de ocultar un crimen.
En esta ocasión, en vez de contribuir a expandir la leyenda, la serie ayudó a que la gente supiese que era falsa, pero es una mera cuestión casual, porque si el guionista hubiese decidido que era verídica puedes imaginar los miles de personas que se la estarían creyendo. Y con las mismas pruebas.
Sergi Albir
Esto se emitió el 10/12/2013 en La Noche es para Mí, con Miguel Coll, en M80, en la segunda hora de programa (de 23 a 24h)